5 cosas que no sabías sobre Wagner y Barcelona

1. La primera vez que sonó música de Wagner en la ciudad fue en 1862

Fue en el desaparecido Jardí dels Camps Elisis de Barcelona. Un gran espacio abierto de unas 8 hectáreas, inaugurado en 1853 que se convirtió en un lugar de ocio de la sociedad barcelonesa de la época. En estos jardines se podía disfrutar de numerosas atracciones, montañas rusas, un laberinto, un carrusel, una galería de tiro. Además, disponían de una laguna con barcas, un restaurante y un salón de baile. Dentro del recinto encontramos también un gran teatro que sobrevivió al cierre del parque de atracciones y se reconvirtió en el conocido como Teatro Lírico Sala Beethoven.

Y ¿dónde estaba ubicado este paraíso del disfrute?, pues entre el actual Paseo de Gracia y la calle Roger de Llúria, a la altura de la calle Aragó y la calle Rosselló. En la actualidad tan sólo queda un recuerdo de aquel jardín, una placa con su nombre en el pasaje dels Camps Elisis, entre la calle València y la calle Mallorca. 

En el mencionado teatro se pudo escuchar por primera vez en Barcelona, una obra del compositor Richard Wagner. El acontecimiento fue uno de los numerosos conciertos que organizaba Josep Anselm Clavé con la coral Euterpe. El fragmento que pudieron escuchar los asistentes fue uno de los coros de la ópera Tannhäuser. Aunque este hecho no se produjo en el Liceu, hubo una participación directa por parte del coro de señoras del Teatre.

2. La primera ópera entera de Wagner que se representó en Barcelona no fue en el Liceu

Pasaron justo 20 años entre que se pudo escuchar por primera vez Wagner en Barcelona hasta que se representó por primera vez una ópera completa del compositor. Durante esos años, no obstante, se pudieron escuchar fragmentos de óperas u otras obras del músico alemán. Pero no fue hasta 1882, cuando se representó la ópera Lohengrin por primera vez en Barcelona. Podríamos pensar que esta función tuvo lugar en el Gran Teatre del Liceu, pero no. Por aquel entonces, un Teatre Principal con mucha fuerza fue el teatro que se llevó el estreno. 

Por las críticas de la época podemos hacernos una idea de la recepción de la obra entre el público. Uno de los aspectos que generó rechazo fue el tema de la escenografía. Sobre todo, por parte de aficionados muy especializados que conocían las representaciones de Wagner fuera de Barcelona. La rivalidad posterior con el Teatre del Liceu, hizo que se crease una especie de competición por ver qué teatro representaba mejor estas óperas.

3. El Gran Teatre del Liceu fue el primer teatro en el mundo en representar la ópera Parsifal de Wagner fuera de Bayreuth

En el año 1914 se produjo, sin duda, uno de los acontecimientos que pusieron a la ciudad de Barcelona en el mapa de las ciudades wagnerianas por excelencia, el estreno de la ópera Parsifal.

Las últimas óperas de Wagner se estrenaban en un teatro que él mismo decidió construir según sus criterios para que su obra tuviese el máximo protagonismo. Se trata del Teatro de Bayreuth. Una construcción muy diferente a los teatros a la italiana. Todas las butacas tienen visibilidad, los asientos no son muy cómodos, y además la manera de donde está ubicada la orquesta es un tanto diferente. 

Justo el mismo año que se pudo escuchar la primera ópera de Wagner en Barcelona, 1882, fue el año en que se estrenó Parsifal en el Teatro de Bayreuth. Una de las peculiaridades de las óperas del compositor era que tenían exclusividad de representación en su propio teatro. Aunque este derecho, tenía una fecha de caducidad. En el caso de Parsifal, los derechos quedaban libres el 1 de enero de 1914. 

Aquí viene el gran hito del Teatre del Liceu, ser los primeros en el mundo en representar Parsifal. ¿Cómo lo consiguieron? Buscaron la manera de que literalmente en los primeros minutos del 1914 la música estuviera sonando en el Teatro. Además, aprovecharon la diferencia horaria que en ese momento existía entre Barcelona y Alemania, para ganar unos minutos en la carrera.

Así pues, la noche del fin de año de 1913, el público entraba en el Liceu para escuchar Parsifal por primera vez. La función empezó antes de las campanadas, puesto que además de la hora de ventaja que llevaban respecto a Bayreuth, el preludio de la ópera sí estaba libre de ser interpretado en todo el mundo. Pero cuando en Bayreuth era ya oficialmente 1914, en Barcelona la función siguió con toda la ópera completa. Después de más de 5 horas, descansos incluidos, los amantes wagnerianos de Barcelona pudieron decir que fueron los primeros en el mundo en hacer semejante homenaje al compositor. 

4. La única tienda de música que resiste de las Ramblas era lugar de encuentro de los primeros wagnerianos.

Durante los años de descubrimiento Wagner, los grupos de conocedores de su obra se dedicaron a difundir su música entre gran parte de los barceloneses. Para ello, organizaban reuniones y conciertos de pequeño formato en los lugares de encuentro de los aficionados a la música en la ciudad. Uno de estos pequeños lugares era el Almacén de Música Can Guardia. En la actualidad, Can Guardia es la famosa tienda de música Casa Beethoven. Un lugar con tanta historia y que afortunadamente aún resiste como referencia del mundo musical en pleno corazón de las Ramblas de Barcelona. 

En aquel momento, igual que ahora, en la tienda existía un piano donde se podía interpretar música y leer partituras que estuvieran a la venta. Justo en ese ambiente empezaron las reuniones informales de los primeros wagnerianos. Interpretando fragmentos de las óperas al piano y haciendo que cada vez más público se fuera aficionando a la música del compositor. Más adelante cambiaron de ubicación a otros espacios más amplios y además gracias a las traducciones al catalán de Joaquim Pena, las óperas se podían cantar como si de un karaoke se tratase, puesto que eran traducciones que encajaban perfectamente con el ritmo de la música. 

5. Hasta 3 asociaciones wagnerianas se han creado en Barcelona

Desde que se escuchó por primera vez una obra de Wagner hasta la actualidad, los amantes del compositor han sentido la necesidad de organizarse para compartir sus intereses. La primera sociedad que se creó fue la llamada “Sociedad Wagner”. Su inicio fue en 1874 y su principal finalidad era dar a conocer la obra del compositor. Los fundadores de la organización eran unos grandes expertos en el compositor y conocedores de la cultura germana que querían trasladar al público de la ciudad todos los conocimientos sobre el autor. Entre ellos destacan nombres como Joaquim Marsillach, Felip Pedrell o Josep Letamendi. Tan conectados estaban con el maestro, que le solicitaron por carta ser el presidente honorífico de la sociedad, cosa que Wagner aceptó. 

Años más tarde, en el 1901 se fundó oficialmente la “Associació Wagneriana”. Después de numerosos encuentros informales entre unos jóvenes estudiantes de medicina, y debido a su interés por la nueva música del compositor, deciden tirar adelante una asociación con el ánimo de estudiar la obra de Wagner en serio. Además, nacen con una mirada crítica hacia como se interpretaban sus óperas en los teatros de Barcelona.  En la actualidad la actividad de la asociación esta parada, pero en su página web  se puede acceder a numerosos artículos y documentos relacionados con el compositor y con los años de vida de la Asociación.

Pero el interés del público por Wagner no es únicamente cosa del siglo pasado, en el 2018 se inauguró un nuevo club dedicado a difundir la obra del compositor. Se trata del Club Wagner, que en la actualidad continúa ofreciendo una programación de actividades relacionadas con el compositor y con otros autores contemporáneos y posteriores a él. 

En definitiva, los hechos marcan como a pesar de que Wagner no estuvo nunca en Barcelona, la ciudad puede ser considerada una de las ciudades wagnerianas por excelencia.