Picasso pintando la música – 3 ballets que no te puedes perder

El Museu Picasso es uno de los museos más destacados de Barcelona y una visita obligada para cualquier amante del arte y de la cultura. Situado en el corazón del barrio gótico, el museo contiene una impresionante colección de obras de Pablo Picasso, que permiten conocer de primera mano su evolución y desarrollo a lo largo de su carrera. Desde sus primeras obras, influenciadas por su padre y los grandes maestros del pasado, hasta sus experimentos con el cubismo, el surrealismo y otras corrientes artísticas, el Museu Picasso ofrece un recorrido completo por la trayectoria de uno de los artistas más influyentes de la historia.

La música fue una de las grandes pasiones de Picasso. En sus cuadros tenemos algunos ejemplos de instrumentos musicales y además su relación con los músicos más influyentes del momento le llevó a cultivar esa amistad y a establecer vínculos profesionales con ellos.

En este artículo os descubrimos 3 de los ballets en los que Picasso tuvo un papel relevante. 

Esta vez, prepara los altavoces y la pantalla para disfrutar de esta conexión de la plástica con la música. Gracias a la recuperación de los decorados y vestuarios originales, podemos ver algunos ejemplos de cómo ideó Picasso este universo musical.

Empieza el siglo XX y los ballets causan sensación

A principios de siglo XX, dentro de la música clásica, la creación de ballets era una moda creciente que favoreció una gran cantidad de encargos musicales a compositores del momento. Si hablamos de un gran referente en esta época, tenemos que hablar de los Ballets Rusos.

Los Ballets Rusos fueron una renombrada compañía de ballet fundada en 1909 por el empresario ruso Serguéi Diáguilev, quien reclutó a los mejores bailarines del Ballet Imperial del Teatro Mariinski de San Petersburgo. Durante un período de veinte años, exploraron diversas tendencias y estilos artísticos. 

La compañía causó una gran sensación en Europa Occidental gracias a la vitalidad de la escuela rusa en comparación con el ballet que se realizaba en Francia en ese momento. En su época, Los Ballets Rusos se convirtieron en la compañía de ballet más importante y su influencia ha perdurado hasta nuestros días.

Los ballets, más allá de coreografía y música.

Muchas especialidades artísticas eran imprescindibles para la puesta en marcha de los ballets. A parte de la idea, la historia en la que se basa la narrativa, se necesitaba contar con un coreógrafo para diseñar los movimientos del cuerpo de danza, de un compositor para escribir la música y también unos artistas plásticos encargados de la escenografía, los decorados y el vestuario. 

Entre otros autores, Diaghilev tuvo relación con autores de nuestro entorno como Juan Gris, Pere Pruna, José María Sern y, cómo no, Pablo Picasso.

Parade, el primer ballet de Picasso

Jean Cocteau escuchó en un concierto la obra fue Trois morceaux en forme de poire (Tres piezas en forma de pera) de Erik Satie. Cocteau se quedó pensando en la posibilidad de crear un ballet con el compositor y se lo propuso. Satie no se había enfrentado nunca a este tipo de obras, pero aceptó el reto de Cocteau. De esta manera nació el ballet burlesque Parade.

El ballet Parade es una obra colaborativa creada por el compositor Erik Satie, el poeta Jean Cocteau, el diseñador de vestuario Pablo Picasso y el coreógrafo Léonide Massine. Fue estrenado en 1917 en el Théâtre du Châtelet en París. Parade fue una obra innovadora y vanguardista para su época. Rompió con los moldes tradicionales del ballet clásico y se centró en explorar nuevas formas de expresión artística. 

La música de Satie es un ejemplo de su estilo musique d’ameublement (música de mobiliario), que incorpora sonidos cotidianos y elementos de música popular. La partitura incluye instrumentos poco convencionales, como un arpa cromática, una sirena y una máquina de escribir.

El poema de Cocteau para el ballet también desafió las convenciones literarias al incluir palabras y frases absurdas e inconexas. La coreografía de Massine incorporó movimientos acrobáticos y elementos de pantomima, y fue influenciada por las artes plásticas y la teoría del cubismo de Picasso.

El vestuario y los decorados fueron diseñados por Picasso. Para él, Parade fue también su primer contacto con un ballet. Los trajes de los bailarines eran muy llamativos y se inspiraban en los trajes de los arlequines, payasos y acróbatas del circo. Incluían colores vibrantes, formas geométricas y patrones abstractos, que combinaban la estética del arte primitivo con la modernidad.

Algunos de los trajes más notables incluyen la «caja de papelón» usada por el bailarín que representaba al empresario del circo, que era una estructura cubista que representaba una caja de cartón, y el traje de la bailarina que representaba a la joven modelo, que incluía una cabeza de papel maché. Además, Picasso diseñó los accesorios utilizados en la obra, como sombreros, bastones y pelucas, que eran extravagantes y complementaban perfectamente el vestuario.

Parade fue una obra pionera que redefinió el concepto de ballet y abrió nuevos caminos para la experimentación artística en el siglo XX.

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El sombrero de tres picos, su relación con Falla

Dos años después de su primera experiencia con un ballet, Picasso se asocia en esta ocasión con Manuel de Falla para crear el famoso ballet El sombrero de tres picos

Los diseños de Picasso para esta obra son notables por su uso de colores brillantes y formas audaces, que se inspiraron en el arte popular y folclórico. Las escenografías y los vestuarios incorporan elementos del surrealismo y del cubismo, lo que ayudó a darle al ballet un estilo distintivo. Para El sombrero de tres picos, el artista utilizó una amplia variedad de materiales y técnicas para crear piezas únicas y coloridas.

Para los decorados, creó un telón de fondo que representaba una casa típica española con detalles de ladrillos y tejas. Incluyendo una plaza de pueblo con casas y tiendas pintadas en tonos vivos, así como una cueva oscura y tenebrosa, que servía como escenario para la danza ritual del fuego. También diseñó elementos de decoración como un molino de viento gigante y flores de papel para adornar el escenario. 

Para crear estos elementos, Picasso utilizó materiales como cartón, papel y madera, y utilizó técnicas de pintura y collage para darles textura y dimensión. Algunos de los detalles del decorado fueron pintados a mano, lo que le permitió incorporar su estilo artístico característico a la obra.

Los trajes para los bailarines también eran extravagantes y se inspiraron en la ropa tradicional de las diferentes regiones de España. Picasso utilizó telas de algodón, seda y terciopelo, y diseñó trajes con formas geométricas, rayas y lunares. Los trajes de los personajes principales fueron decorados con detalles pintados a mano, como flores y figuras, que añadieron una dimensión artística adicional a la obra.

El trabajo de Picasso en El sombrero de tres picos fue muy bien recibido por la crítica y el público, y ayudó a establecer el ballet como una forma de arte moderno e innovador. Además, su colaboración con Manuel de Falla y el coreógrafo Léonide Massine en esta producción fue un gran ejemplo del espíritu colaborativo que existía en la vanguardia artística del siglo XX.

Pulcinella, un ballet que suena antiguo

En 1913 se estrenó otro de los ballets que marcaron un gran hito en la historia de la música, la Consagración de la Primavera de Stravinsky. En su época causó furor y en cierto modo el estreno generó un gran interés y revuelo. En la actualidad, esta obra es una de las más representadas de Stravinsky y es un ejemplo de este nuevo lenguaje compositivo de principios del siglo XX.

Tan sólo 7 años después, en mayo de 1920, el compositor realizó un cambio muy evidente en su música con la composición del ballet Pulcinella. Si escuchamos el inicio de la Consagración y después hacemos lo mismo con Pulcinella, notamos esta diferencia y llama la atención que la obra de 1920 suene “más antigua” que la anterior. 

Esto tiene una explicación, el compositor entra en un periodo conocido como neoclasicismo. Stravinsky estaba buscando un nuevo enfoque para su música, y se inspiró en las melodías populares italianas del siglo XVIII. 

Una vez más, el nombre de Picasso aparece en la colaboración de los escenarios y el vestuario de otro ballet. Cada vez la conexión del artista con el mundo musical era mayor y también inicia una relación profesional con el compositor ruso. 

Stravinsky le pidió a Picasso que diseñara los decorados y los trajes para la producción, y el artista aceptó con entusiasmo. Los diseños de Picasso para Pulcinella se inspiraron en la estética del arte popular y folclórico italiano del siglo XVIII. La tradicional camisa blanca, pantalones bombachos y un chaleco corto y ajustado. Los trajes presentaban detalles sutiles pero distintivos, como ribetes y botones dorados, y estaban decorados con patrones florales y geométricos en tonos pastel. Además de los trajes para Pulcinella y los otros personajes del ballet, Picasso también diseñó los vestidos para las bailarinas. Los vestidos eran ligeros y fluidos, con faldas amplias y telas transparentes que permitían que los movimientos de las bailarinas se vieran con claridad. Los colores de los vestidos se complementaban con los trajes de los bailarines, lo que creaba una sensación de armonía y equilibrio visual en el escenario.

La escenografía que diseñó Picasso para el ballet Pulcinella de Stravinsky también se caracterizó por su simplicidad y elegancia. Al igual que los trajes de los bailarines, la escenografía se inspiró en el arte popular y la moda del siglo XVIII.

Los decorados de Picasso para Pulcinella incluían un conjunto de casas pintadas en tonos pastel para representar una plaza de pueblo, un telón de fondo que representaba un paisaje campestre y una serie de paneles decorativos que se movían para crear diferentes escenarios.

Uno de los aspectos más interesantes de la escenografía de Picasso para Pulcinella fue su uso de las sombras. Picasso diseñó una serie de pantallas de madera con recortes en formas de flores, pájaros y otros motivos, que se colocaban entre la iluminación y los bailarines. Esto creaba sombras dinámicas en el escenario, lo que añadía una dimensión adicional a la puesta en escena y daba vida a los diseños de Picasso.

Pulcinella marcó el comienzo de una larga relación entre los dos artistas, que colaboraron en varios proyectos más en las décadas siguientes.