El parque de atracciones del Tibidabo se inauguró en 1901 y es uno de los más antiguos del mundo. En la actualidad cuenta con numerosas atracciones, pero las más antiguas se han convertido en todo un clásico y son un reflejo de la modernidad de principios del siglo XX. Una de las atracciones más emblemáticas del parque es El Avión. Inaugurada en 1928, sigue siendo uno de los reclamos estrella del recinto. Colgado sobre una estructura de hierro, el avión da vueltas con las impresionantes vistas de Barcelona a sus pies. No hablamos de un avión cualquiera, es una réplica exacta del trimotor Rohrbach Roland que el 14 de diciembre de 1927 despegó en Barcelona y aterrizó en Madrid. Era el primer vuelo comercial entre las dos ciudades. Las 10 personas que se embarcaron en el primer vuelo de Iberia pudieron experimentar lo que era viajar a una velocidad máxima de 205 km/h. En la réplica del parque se prometía a los visitantes que la atracción «os llevará como un pájaro gigantesco sobre una panorámica increíble y podréis sentir las sensaciones que se experimentan en los viajes aéreos».
En mayo de ese mismo año, se celebró en los Palacios del Parque de Montjüic, la quinta edición del Salón del Automóvil de Barcelona. En ella se mostraba al público los avances y modernidades en el mundo del motor. Pensando en satisfacer la curiosidad del público se recrearon también maquetas con el proceso de construcción de un coche.
Era un momento de continuas novedades y avances tecnológicos y también en el campo de la cultura se muestra un deseo de avanzar, de conseguir metas que no se habían resuelto antes.
El 18 de junio de 1927 tuvo que repetirse por tercera vez en el Palau de la Música un concierto protagonizado por el Orfeó Català. El éxito de los dos anteriores fue tal que añadieron una nueva cita para que más público pudiera ser testigo de ese acontecimiento. En él, interpretaban por primera vez en su historia una de las obras más importantes de Ludwig van Beethoven, la Missa Solemnis.
No sólo las personas que fueron a alguno de los tres conciertos tuvieron la oportunidad de escucharlo, sino que además se hizo una grabación y se retransmitió en directo por la radio. La repercusión posterior del concierto fue tal que se recibieron felicitaciones desde fuera del país.
Y, ¿qué tiene que ver el Tibidabo en todo esto? Al final del artículo lo descubrirás.
Los 3 conciertos en el Palau y la emisión en directo por Radio Barcelona
En 1927 se conmemoraba en todo el mundo el centenario de la muerte de Beethoven y todas las instituciones y agrupaciones musicales rindieron su propio homenaje al compositor alemán. El Orfeó Català con Lluís Millet a la cabeza consideró que la cita de los 100 años era un buen momento para conseguir un reto que aún no había alcanzado, estrenar la Missa Solemnis de Beethoven. Una obra compleja, que además requería de numerosos músicos en el escenario.
En principio se programaron 2 funciones del mismo concierto los días 8 y 12 de junio. El éxito de público y de crítica, y la emoción de haber conseguido interpretar la obra, fue tal que se contagió a gran parte de la sociedad barcelonesa y se tuvo que programar a última hora una función extra para el 18 de junio de 1927.
Gracias a los programas de mano conservados en el archivo del Orfeó podemos saber quiénes fueron los solistas que participaron en este concierto. La soprano Andrea Fornells, la contralto Concepción Callao, el tenor Hermann Brünig, el bajo Emilio B. Forgas, el violinista Eduard Toldrà, y el organista Vicente María de Gibert. Todos ellos acompañados por una orquesta de entre 50 y 80 músicos y dirigidos todos por el maestro Lluís Millet.
El horario de esta última función del 18 de junio es un tanto curioso si lo comparamos con lo que estamos acostumbrados en la actualidad. El público entró en la sala del Palau de la Música a las 22.00h, aunque era sábado, llama la atención lo tarde que se inició la sesión. No sabemos si sería por una cuestión de programación, ya que el concierto de este último día, además, fue retransmitido en directo por Radio Barcelona.
Grabación en disco
Como ya hemos mencionado, el concierto fue tan importante que las casas de discos de la época se interesaron por plasmarlo. Buceando por el archivo, hemos encontrado el contrato de derechos de explotación de la grabación de la Misa entre el Orfeó y la compañía Gramófono. No tenían exclusividad y la institución musical podía dar los derechos de grabación a otras compañías. Además, especifican que era necesaria la aprobación del Orfeó una vez grabado, para poder emitirlo o venderlo.
Dentro de las grabaciones de la Missa Solemnis de Ludwig van Beethoven, la del Palau está considerada una de las primeras.
La grabación se editó de manera lujosa, con un estuche que contenía 12 discos para poder soportar los aproximadamente 90 minutos de música. Leyendo los textos del estuche, sabemos que se utilizaron tomas de los 3 conciertos y de los ensayos. Además, nos explican algunos detalles curiosos:
“Durante la celebración de los festivales fueron impresionados nuestros discos. En ellos se refleja el ambiente cálido de una sala repleta de espectadores en un estado febril de entusiasmo. Una pequeña falta de habilidad en nuestros manipuladores ha dado también ocasión para que en el final del Credo se aperciba la lluvia de aplausos con que el auditorio coronó la magistral labor de músicos y cantantes”
El Post Concierto
Gracias a la retransmisión de Radio Barcelona, el concierto pudo ser seguido por numerosos aficionados de toda Europa. Tanto al Palau de la Música como a la sede de la radio llegaron muchas felicitaciones por telegrama y por carta. Muchos de estos documentos se conservan también en los archivos y muestran el cariño y el interés de muchas instituciones y personas por el éxito obtenido.
Tanto es así, que la junta del Orfeó decidió celebrar el día 3 de julio de ese año, un gran banquete para 350 personas en uno de los lugares de moda de la ciudad, El Tibidabo.
Aparte del parque de atracciones, se ubicaba en la montaña un elegante edificio donde se encontraba el restaurante al que asistieron los invitados. La celebración tuvo que ser muy sonada ya que nos han llegado numerosas imágenes de los momentos del banquete, de los exteriores del restaurante y cómo no, de algunos miembros del coro subidos en la primera de las atracciones del parque, el Ferrocarril aéreo.
Además, hemos encontrado el menú con el que celebraron el éxito. Constaba de entremeses, arroz a la catalana, ternera con salsa y pollo asado. Para finalizar el banquete les sirvieron helado, dulces, frutas y cafés. También sabemos que tomaron vino blanco y rosado, y brindaron con champán. Al terminar la comida, se danzaron sardanas en la explanada hasta el anochecer.
Afortunadamente y gracias al archivo del Palau de la Música y del Orfeó Català, podemos recuperar el audio de una Missa Solemnis de Beethoven que se recordará siempre.
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